🏭 El Ocaso de las Centrales Térmicas: Hacia un Desmantelamiento Justo y Seguro
Durante décadas, han sido las guardianas silenciosas de nuestro progreso. Las siluetas de las chimeneas de nuestras centrales térmicas han formado parte del paisaje, bombeando la energía que ha alimentado nuestro desarrollo, nuestros hospitales y nuestros hogares. Han sido, y en gran medida siguen siendo, la espina dorsal de nuestro sistema eléctrico.
Pero la transición energética es imparable y su ocaso, necesario. A medida que Canarias avanza con paso firme hacia un futuro renovable, surge una pregunta ineludible y compleja: ¿cómo y cuándo decimos adiós a estas veteranas instalaciones? Mi experiencia me dice que este no es un debate que podamos tomarnos a la ligera. El desmantelamiento de las centrales térmicas no es tan simple como pulsar un botón de apagado; es un proceso que debe ser una obra de ingeniería tan precisa como su construcción, donde la seguridad del suministro y la justicia social son los pilares maestros.
🛡️ Los Guardianes del Pasado… y del Presente
Antes de hablar de su cierre, es fundamental entender por qué estas centrales de categoría A (como se definen en la normativa) siguen siendo, a día de hoy, absolutamente críticas para nuestro sistema.
- Son nuestra garantía de suministro: En una noche sin viento, o durante una calima densa que desploma la producción solar, son estas centrales las únicas capaces de responder y cubrir la demanda. Aportan la energía firme y gestionable que nos da tranquilidad.
- Aportan la estabilidad que la red necesita: Más allá de la energía, sus grandes turbinas girando en sincronía con la red proporcionan un servicio invisible pero vital: la inercia. Esta inercia mecánica actúa como un gran amortiguador que estabiliza la frecuencia de la red ante cualquier perturbación. Sin ella, nuestros sistemas aislados serían mucho más frágiles y propensos a los apagones.
Apagar una central térmica no es solo restar megavatios de generación; es eliminar un pilar de la estabilidad y la seguridad del sistema.
⚖️ El Riesgo de un Adiós Precipitado
Por eso, plantear un calendario de cierre basado únicamente en fechas políticas, sin atender a hitos técnicos, es una temeridad. La prisa en este asunto tiene un doble filo muy peligroso:
- El Riesgo Técnico: Desconectar estas centrales antes de tener instaladas y probadas las tecnologías que puedan sustituir todos sus servicios (no solo la energía, sino también la inercia y la capacidad de regulación) es jugar a la ruleta rusa con el suministro eléctrico de miles de canarios. La consecuencia sería una red más débil e inestable.
- El Impacto Humano: No podemos olvidar que estas plantas son también un motor económico y una fuente de empleo cualificado en sus municipios. Hablar de transición justa no es un eslogan; es una obligación. Significa tener un plan concreto para los cientos de trabajadores y sus familias, ofreciendo programas de reconversión, formación y atrayendo nuevas industrias limpias que generen oportunidades en esas mismas zonas. Dejar esto al azar sería un abandono irresponsable.
🗺️ Trazando una Hoja de Ruta Segura y Realista
El cierre de las centrales térmicas no debe ser una meta en sí misma, sino la consecuencia de un trabajo bien hecho. La hoja de ruta para su desmantelamiento debe ser pública, transparente y, sobre todo, estar vinculada a la consecución de objetivos técnicos claros:
- Instalación masiva de almacenamiento: El cierre de un megavatio térmico debería estar condicionado a la entrada en operación de una cantidad equivalente de potencia gestionable a través de baterías, bombeos reversible u otros sistemas que garanticen el suministro.
- Desarrollo de tecnologías de estabilidad: Invertir en soluciones como los condensadores síncronos, que pueden proporcionar la inercia necesaria a la red sin generar energía, permitiendo así una mayor penetración renovable.
- Refuerzo de la red y las interconexiones: Asegurar que nuestras «autopistas eléctricas», incluidos los cables submarinos, estén preparadas para un sistema con menos generación convencional y flujos de energía más complejos.
Decir adiós a una era de combustibles fósiles es el camino correcto e ilusionante. Pero hagámoslo bien. Convirtamos este desafío en una oportunidad para demostrar que la transición energética en Canarias no solo es limpia y sostenible, sino también segura, planificada y justa con su gente. Esa es la verdadera excelencia en ingeniería.